Federico Blanco

Voluntario de Juega con nosotros

Si debiera hablar de mi experiencia como voluntario en Dasyc, creo que las siguientes palabras abarcarían bien por qué estoy con ellos hace ya casi 2 años y por qué no dudo un segundo en volver a hacer voluntariados:

Siempre fui de las personas que interpretan que con el mínimo detalle, podemos hacer muy felices a otros. Soy fervientemente creyente de que muchas veces la gente no se da cuenta el enorme potencial de robar sonrisas que tenemos innatos por el tan solo hecho de ser seres humanos. Siempre me robo una sonrisa el interpretarme como aquel que caminando por calle no se
guarda el comentario y te indica “ey, que buena camiseta llevas puesta/ que bonito ese look! / que buen libro estas leyendo!“, frases que son mínimas, básicas, tan fáciles de decir, pero que la sonrisa y el bienestar que le generan a la otra persona a veces puede ser salvador a niveles que no imaginamos. O tan solo comprobar que contagiaste una sonrisa.

Partiendo de esa base, fue que siempre tuve en mente que en el momento en el que el tiempo laboral me lo permita, me gustaría aprovechar esos momentos libres de mi rutina para estar intentando hacer “distraer”, o sonreír, a personas que quizás por X o por Z, no están en un buen momento. Y así fue que a la primer experiencia laboral luego de tantos años que me ha dejado tiempo libre suficiente como para poder utilizar mi tiempo libre “en algo mas”, me anoté sin pensarlo en Dasyc. Mas concretamente, para ayudar en una escuela de verano con niños en riesgo de exclusión social.
Habiendo sido Diseñador Gráfico toda mi vida, habiendo trabajado en tiendas de ropa, en hostelería, habiendo viajado por Sudamérica, un ferviente amante de la música y del leer en soledad… Podrán imaginarse que de primeras, el estar acompañando a un grupo de niños y estar jugando con ellos, no lo visualizaba quizás como mi mayor zona de confort: Era un desafío.
Pero un desafío bello, guapo por donde se lo mire. Y a pesar de mis primeras 2 horas bastante callado -virtud casi inexistente en mi persona-, frente a un grupo expectante de niños, en su primer día de colegio de verano y este Monitor callado nerviosamente frente a ellos… lo que sucedió y promedio durante los próximos 12 meses fue totalmente mágico: A partir de esa primera experiencia, ese primer día con los niños…

Fue un disfrutar. Un “Este es mi lugar“. Me abrace a mí mismo, simbólicamente a la Fundación, y fue un soltar un: “Gracias por permitirte abrirte a esta experiencia
de ayudar, gracias por el momento en el que me animé a venir, a desacomodarme y meramente dar todo para que los niños aquí estén sonriendo, contentos y, al menos, un poquito más felices”
Y así fue. Así fue como paso a paso mes a mes fui creciendo tanto con los muchachitos, como para conmigo personalmente. No saben, aunque espero que sí, lo hermoso que es saber que estás haciendo algo que no es habitué en uno mismo, sentirse cómodo al estar haciéndolo, y la frutilla del postre es que veas como tu acción repercute en infinitas sonrisas, mimos, de la gente que te rodea.
Que te abracen, que te agradezcan, que vuelvas a tu casa pensando “¿Y que podre hacer para que se sonrían la próxima? Llevar una piñata? Hacer ejercicios de Matemáticas mientras jugamos un juego de mesa? Ponernos a pintar todos juntos un dibujo en conjunto?“; Son cosas que no tienen precio, y como comente anteriormente, a las que siempre estaré agradecido por animarme a vivir.

Así fue como empezó mi relación con Dasyc, y así es como sigue hoy en día: Aquel Fede tímido callado de las primeras horas frente un grupo de niños expectantes, hoy es el Federico que sigue yendo contento semana tras semana a ser el profesor de apoyo de un grupo bellísimo de niños, con total seguridad y amor de saber que lo que estoy haciendo, por mas mínimo que sea, esta generándole una sonrisita extra a esas muchachas, y generar algo así, créanme que realmente es la sensación mas linda del mundo.

Gracias Dasyc por permitirme tanta experiencia linda, gracias Sara por confiar en mi, y gracias a el momento en el que me animé a desacomodarme, y tan solo pensar con el corazón. Fue la mejor elección que pude haber hecho.